Conoce nuestra historia. La historia no contada de los Paisas. En este artículo encontraras  un pequeño documento con varios abre-bocas de capítulos escritos por el autor del libro EL PAISA Y SUS ORÍGENES, con el fin de que las personas se vayan enterando del tema del libro y conozcan mas acerca de la historia Paisa y nuestro origen. Algunos párrafos están escritos tal como lo escribieron los cronistas, en un español viejo, que a simple vista parece mala ortografía y se encuentran entre comillas «»

EL PAISA Y SUS ORÍGENES.‏
(Abrebocas)

 

Capítulo 26

Desde épocas muy remotas, varias etnias indígenas habían encontrado el DORADO. El Departamento de Antioquia se caracterizó por tener variadas culturas que se radicaron alrededor de los Dorados. Tal vez los primeros que lo descubrieron y antes de Cristo fueron los Catíos; luego siguieron las etnias Darienes, Ilamas, Chancos, Tahamíes y Caramantas; también llegaron a él los pueblos del norte: Finzenúes, Panzenúes y Zenufanáes. En épocas más recientes llegaron los Caribes; algunos de ellos entraron por Urabá en épocas prehispánicas, y después de conquistar a los Darienes y a los Damaquieles penetraron a las zonas mineras; tal vez, de la fusión de estas etnias resultaron los Urabaibes, Tatabes y Xundabes; posiblemente en la misma época llegaron las etnias del sur: Quindos, Pipintacs y Quimbayas; los últimos en llegar fueron los Nutabes; todas estas etnias hicieron contactos comerciales o belicosos con los Catíos. Posiblemente todos ellos habían recibido influencias de pueblos Mediterráneos, como Fenicios y Egipcios, y de pueblos Asiáticos: Indochinos, Melanésicos y Micronésicos. Lo dicho en estos planteamientos, no debe tomarse más que como simples hipótesis. Queda un campo abierto a la investigación, puesto que los datos sobre los que nos hemos afianzado, vienen de ejemplos históricos y arqueológicos, pero falta más investigación. Por ejemplo, en Urabá se han encontrado varios elementos de las culturas Chiriquí, Coclé y Maya y de otras culturas más lejanas, como lo indica la moneda Romana de la época de César Augusto encontrada en Urabá; los pueblos del Perú también estuvieron muy interesados en el oro de esta región.

Capítulo 27

Lo que más impresionó a Gosselman cuando visitó las zonas mineras de Antioquia fue la honradez de la gente. «… Pronto comprendería que, en general los habitantes de Antioquia tienen esta cualidad. Existe la seguridad de poder hacerles entrega del efecto más valioso y siempre se recobrará. Escuché decir en diversas oportunidades a bodegueros y a grandes comerciantes que a un peón puede entregársele la maleta con toda confianza, pues se encargará de llevarla a su destino; y ella puede ir abierta o cerrada, y el dinero puede estar o no contado, y todo el contenido llegará a la meta sin haber sido hurgado, ni sustraído…» (Gosselman p. 196). Este escritor Sueco que visitó la región en 1826, decía que estos pueblos eran Republicanos entusiastas y con gran sentido de la honestidad y del buen servicio; y añadía «… Se puede decir en general tanto en el aspecto físico como político, que Antioquia es una de las provincias más extraordinarias de Colombia…» (Gosselman p. 247).

Capítulo 28

Cuando en 1540 los Pipintacs del río Arma divisaron a los Españoles, el cacique Maitamac escondió algunos tesoros y los Pipintacs pusieron a salvo mujeres y niños y salieron en son de guerra; «…los españoles los fueron siguiendo y mataron algunos dellos, y vimos que estavan adornados de muy hermosas piezas de oro, y que tenían vanderas deste metal y plumajes y coronas e grandes patenas, y aun se vieron algunos yndios que estavan armados de oro de los pies a la cabeza, y cierto hera hermosa cosa de ver algunas piezas que se tomaron, y desde entonces se llamó a aquella syerra la “Loma de los Armados”…» (Cieza 4ª Parte Vol II p. 37). Después de varias escaramuzas los caciques Pipintacs acordaron llegar en paz donde Robledo. «…E así vinieron a nuestro aposento con redes llenas de joyas de finísimo oro, y así, con grande umilldad, rogaron al capitán que los quisiese perdonar por aver sido locos e no aver con tiempo dexado las armas; el capitán los recivió muy bien y asentó con ellos la paz. Y como los moradores de aquellos pueblos fuesen tan ricos hazían presentes de oro a los españoles que veían; quando trayan agua para los cavallos hechavan joyas de oro dentro muy grandes y hermosas, e tan fino que pasava de veynte e un quilates…» (Cieza 4ª Parte Vol II p. 39).

Capítulo 29

Las provincias Pipintacs con más información son la de Arma y la de Pozo; la primera porque en ella se fundó la Villa y la segunda por las crueldades que los Españoles cometieron en ella. El cronista Cieza describe bastante bien las llegadas de Robledo a las provincias Pipintacs; cuando las descubrió venía del sur, y la última visita la hizo cuando venía del norte; refiriéndose a ésta dice el cronista, que después de entrar al pueblo Llano, Amagá, Fredonia (Pueblo Blanco) y Cenufará, tal vez Titiribí, empezó a bajar por Pueblo Blanco a La Pintada; los Españoles pasaron de largo por ésta para llegar rápido a la rica Villa de Arma; «…y dexamos para yr a la villa de Arma el río grande a la diestra mano…» (Cieza p. 68). Parece que cerca a Fredonia, los Pipintacs también tuvieron una colonia que competía con la de los Catíos. «…Cabe Cenufará queda un río de montaña y de muy gran pedrería: por el qual se camina una jornada: a siniestra mano está una grande y muy poblada provincia, de la qual luego escribiré…» (Cieza p. 68). En la población de Fredonia se encuentra cerámica Catía, y algo de la de Pipintac, pero hacia el río Poblanco posiblemente existía un pueblo de la etnia Pipintac, según lo demuestra la fisonomía de la gente actual: caras alargadas y cuerpos altos son posibles reminiscencias de las estructuras genéticas que les dejaron los Pipintac.

Capítulo 30

Cuando en 1826 y cargado por un silletero, Gosselman visitó las vertientes del río Nare, se maravilló de la gente que encontró; conoció indígenas y negros, pero le llamó la atención la fisonomía de otros grupos que actuaban en esas comarcas y por eso los pudo comparar. «…Estos verdaderos habitantes de los montes componen una raza especial, harto separados del resto de la población, no sólo en lo referente a su aspecto moral sino físico. Poseen una piel clara, de un amarillo sucio, producto del clima que deben soportar y de la falta de mezcla de su sangre con la de los negros. En sus rostros, un tanto alargados, los rasgos son muy expresivos y muestran un aire de bondad y melancolía, que contrasta con el orgullo porfiado de los nativos…» (Gosselman p.183). Emilio Robledo también habla de unas ruinas encontradas en 1890 en el Magdalena Medio, posiblemente de los Patangoros, aunque él pensó que eran los cimientos de la ciudad de Vitoria; estas ruinas estaban «… cerca a la confluencia de los ríos La Miel y Manso, en el distrito de San Agustín. Todavía puede verse el basamento de un antiguo templo y muros derruidos de grandes edificios, una larga calle y algunos conos fabricados con argamasa y piedras. Circunvalando estos vestigios existe una muralla de tierra que sólo tiene acceso por una puerta…» (Emilio Robledo p. XVI). La arqueología tiene la palabra.

Capítulos 21 – 25  | Capítulos 31 – 35

Ver También 
Diccionario Paisa

 


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